martes, 17 de abril de 2012

Cosas que se escriben mientras duermo...

A palabras sordas, oídos necios,

A miradas ciegas, silenciosos estruendos.

Susurros a la piel y caricias al oído,

Y que tus manos narren historias cuando regreses conmigo.

Extraño los recuerdos remendados con hilo de estrellas,

Y las tardes lluviosas de ilusiones repletas.

Los silencios ruidosos en las noches de invierno,

Las sonrisas de papel que volaban al viento.

Las margaritas deshojadas que marchitaban sin ser tocadas,

Y las dulces palabras convertidas en baladas.

Las nubes de espuma en formas de sueños,

Las tazas de café que me saben a tu recuerdo.

A palabras sordas, oídos necios,

Y a recuerdos tristes, sonrisas y besos.

Al buen tiempo, mala cara,

Y que el sarcasmo se convierta en nuestra propia arma.

Que combatamos el olvido con largos poemas,

Y coloreemos realidades con frases bohemias.

Si en tu cielo llueve cuando llueve en el mío,

Mis poemas apagan tus sanos delirios.

Y que ni sean sordas mis palabras, ni necios tus oídos,

Y el tiempo te traiga de vuelta conmigo.

miércoles, 28 de marzo de 2012


Si lo ves, dile que lo recuerdo,

Que pienso en él a cada momento.

Dile que ahora soy amiga del tiempo.

Si está triste, dile que lo siento,

Que las lágrimas se las lleva el viento,

Dile que cuando dude, mire hacia el cielo.

Si está contento, dile que me alegro,

Que la vida es un instante que no tiene reverso

Que cada día morimos un poco, y ganamos lo que merecemos.

Dile que extraño el sabor de sus besos,

Que la lluvia me huele a su recuerdo,

Que las estrellas me cuentan historias de su paradero,

Que la luna cuida nuestros sueños,

Dile que a veces canto mientras lo espero,

Y que oigo su voz en el silencio,

Que soy feliz aunque esté lejos,

Que guardo todos sus secretos,

Que muero mientras duermo, y vivo en su recuerdo…

lunes, 19 de marzo de 2012

Realidades Alternas

Si me preguntan, diré que te has despedido amistosamente, que me has dado un último beso en la frente antes de subir al tren, que has prometido regresar cuando sea el momento. Aunque en el fondo de mi conciencia sepa que no son más que mentiras, al menos una parte de mí se sentirá aliviada de decirlo en voz alta. Si me preguntan, diré que fuiste el mejor de los amigos, el más fiel de los cómplices, el valiente caballero de mis historias, diré que nunca olvidaste darme las buenas noches, y que tus secretos al oído me supieron siempre a chocolate. Diré que reíamos a carcajadas cuando el cielo lloraba, que nos convertíamos en poetas cuando caía el ocaso, que las musas envidiaban nuestros versos, y que la luna guardaba nuestros sueños. Si me preguntan, diré que jamás te quejaste de mis gatos, que amaste mis chistes y cumpliste cada uno de mis caprichos, diré que paseamos varias veces por las nubes y me llevaste a conocer el arco iris, que sostuviste mi mano cada vez que tuve miedo, y que limpiaste mis lágrimas con tus propias manos. Diré que recorrimos el mundo como Julio Verne, que vivimos aventuras que guardamos en páginas arrugadas y plumas sin tinta, que llenamos cajones con frases ridículas, que inventamos segundos eternos y noches de colores. Si me preguntan, diré que fuiste el sueño más dulce que tuve, fugaz y ligero como el roce de tus labios. Diré mil mentiras hasta convertirme en mitómana, construiré fantasías de recuerdos olvidados, engañaré a la lógica y a la razón.

Si te preguntan, dirás que no me recuerdas, que no te suena mi nombre, que nunca me has conocido.

lunes, 9 de enero de 2012

El Tiempo que ya no nos queda

Dylan cerró los ojos y agachó la cabeza un instante. El parque parecía diferente a la luz de la tarde. Sin estrellas, sin luna llena, sin la magia que le llenaba los pulmones cada vez que hablaba. Sin embargo, podía sentirlo ahí mismo, rozándole sutilmente la piel, como una brisa demasiado ligera para refrescarle el rostro. La presencia de April se hacía más fuerte durante aquellos días de primavera, como si brotara de la tierra como una hermosa flor, adornando lo que quedaba del invierno. Dylan suspiró y elevó la vista hacia el cielo de un profundo azul claro. Si tan solo alguien le concediera una oportunidad. Una diminuta posibilidad. La seguiría hasta donde fuera que hubiese ido, retaría a la misma muerte y atravesaría las nubes hasta encontrarla. Y cuando lo hiciera, tomaría su mano como antes, tan firmemente que haría falta la fuerza de mil hombres para separarlos, y flotarían juntos en las suaves brisas de abril, su mes favorito, y el tiempo se anularía para ambos, dejándolos a merced de su amor como único refugio.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cuando nadie nos ve...

Sus miradas se encuentran. Los separa apenas un estrecho pasillo en aquel tren repleto de pasajeros, pero para ambos pareciera ser un abismo sin fondo, imposible de cruzar. Tan solo una mirada, para ella se convierte en un globo de helio que se eleva por las nubes, arrastrándola sin esfuerzo hasta rozar las estrellas. Para él, un paraguas que lo cubre de la tormenta, que le brinda cobijo y seguridad.

Una sonrisa. Para ella se convierte en un instante sobre la arena del mar, bajo las cálidas caricias de una puesta de sol. Para él, una noche estrellada sobre la hierba de un bosque encantado.

Un ligero roce con los dedos. Para ella se convierte en una oleada de mariposas de mil colores que se mecen con el viento, sobre su cabeza y bajo sus pies. Para él, un puente hecho de ilusiones que atraviesa aquel abismo oscuro que los separa.

Se levanta decidido a cruzarlo, apretando ambas manos escondidas entre los bolsillos, empujado por la esperanza de embarcarse en un sueño teñido de los colores que hace tiempo no ve.

Pero el tren se detiene para ese entonces. Sus puertas se abren y, en menos de un segundo, ella desaparece entre la multitud.

Sin saber sus nombres, sin conocer el sonido de sus voces, ambos se despiden en silencio y la ilusión se esfuma como una pompa de jabón estallada por la aguja de la realidad