lunes, 5 de octubre de 2009

El ángel y la Música

Y allí estaba yo, rodeado de aquellos seres fantásticos con sus imperfecciones, sus dudas y sus seguridades, y aquello me llenaba más de lo que nada lo había hecho antes. Sin embargo, esa pregunta que tenía clavada entre ceja y ceja seguía picándome sin parecer rendirse. ¿Valía la pena arriesgar todo por ello? ¿De verdad era esta la decisión correcta? Nunca, desde que tuviera memoria de mi existencia, me había sentido así de cuestionado, como un humano más, como un animal indefenso en medio del bosque peligroso. ¿Debía sentirme asustado ahora? ¿Era normal sentir aquélla punzada en el corazón cada vez que la veía pasar? Un suspiro brotó inconcientemente de mis pulmones, sobresaltándome. Aquello de tener emociones humanas era verdaderamente tedioso, pero aun así me fascinaba.

- 7 días- había dicho Él cuando le expliqué mis propósitos.

7 días, me repetí a mí mismo seguido de un nuevo suspiro. Nunca antes había sentido tan vívidamente la brisa helada que precede a la lluvia sobre mi piel. Alguna vez alguien me lo describió. Pero nada se comparaba con lo que podía sentir ahora mismo. Cómo el frío del ambiente se mezclaba con el calor de mi cuerpo creando una armonía perfecta de sensaciones que me envolvían en un sin fin de degustaciones humanas. Antes, apreciaba los paisajes de la tierra desde mi propia visión, ajeno a sus encantos, limitándome a desearlo con todas mis fuerzas; ahora podía verlo tal cuál era, podía sentir el aroma de las flores a mi alrededor, sentir el tacto suave y frágil del pasto bajo mis piernas, podía escuchar la música que danzaba ligera entre la brisa.

Ah, la música. Suspiré de nuevo. Si tan solo en el cielo existiera la música… entonces podría llamársele paraíso. Por eso había escogido este trabajo. Proteger a los seres humanos, ser guardián tanto de sus cuerpos como de sus mentes y de sus sueños, para estar, si podría llamársele cerca de algún modo a ellos, a su naturaleza, a la vida… y a la música. No podría haber invento más hermoso que la música. No podría compararse jamás con el cielo, ni las nubes ni el más allá. La música lo era todo, y a la vez nada, porque no existía manera alguna de atraparla y guardarla para siempre, se trataba sólo de un instante maravilloso en el que el oído se deleitaba sumergiendo la conciencia en un mar de imágenes y sensaciones imposibles de describir.

2 comentarios:

  1. Valentinita!!! ^^
    Que lindo blog! que te digo, me encanta Gabriel, y esta escena es hermosa..
    No tengo blog, tal vez algún día me haga... ya tengo demasiadas cuentas por la web jajaja así que por ahora no le agregaré otra. Con suerte podrás leer este coment.. en fin.
    Besotes!!!

    LULI.

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  2. La música es eterna, es especial. Se saborea y se siente, y una vez te haces adicta, ya no hay quien te la quite. El paraíso tiene que estar lleno de música :)

    Muás!

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