jueves, 23 de diciembre de 2010

Dare You To Move...

- No sabía que te gustara mirar las estrellas-. April se giró dando un respingo para ver acercarse a Dylan con ambas manos en los bolsillos y la vista fija en ella.

- Dicen que son nuestros antepasados-. Dylan torció el gesto con una mueca y se sentó junto a ella, hombro contra hombro. ¿Sería a propósito? No lo sabía, pero se sentía agradable y le brindaba calor, eso era todo lo que importaba.

- Nunca he creído en los fantasmas…

- Entonces… ¿qué crees que sean?-. sus palabras se convertían en vaho.

Dylan se encogió de hombros pensativo.

- Tal vez todos los deseos de las personas que jamás se han cumplido… se han quedado allí, perdidos en el infinito, olvidados y, tarde o temprano, su luz se extinguirá…-. April lo contempló durante unos segundos, su atención puesta en el cielo nocturno, como si conversara con la misma noche.

- En ese caso-. Murmuró después de un rato, llevándose un dedo a la barbilla-, al menos una cuarta parte de esas estrellas me pertenecen ¿uh?

- Tus deseos jamás se convertirán en estrellas olvidadas-. La contradijo Dylan apartando la vista del firmamento para posarla en sus ojos curiosos.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

Sus miradas parecieron conectarse por una fracción de segundo, olvidándose del frío, de la nieve y de la noche oscura a su alrededor.

- Porque, mientras este pedazo de músculo continúe palpitando, me encargaré de que cada uno de esos deseos se haga realidad-. Ninguno de los dos sonrió. Simplemente continuaron observándose el uno al otro sin decir palabra.

April notó que en el rostro de Dylan no existía un vago vestigio de entusiasmo que acompañase sus palabras, y ella conocía la razón. Dylan no sonreía porque, en el rincón más oscuro de su corazón, albergaba un deseo que sin duda alguna se convertiría en una estrella olvidada, abandonada como las demás en aquel mar oscuro, pero brillaría incluso más que el sol, de eso estaba segura.

A April le hubiera gustado decir lo mismo, cumplir cada deseo que le viniera a la mente, pagar el precio con su vida si era necesario… pero era precisamente su vida lo que Dylan añoraba, y lo que nunca podría tener.

El tiempo continuaba agotándose…

1 comentario:

  1. Esta historia me intriga, ¿la continuarás? Yo sí creo que venimos de las estrellas, que somos el mismo polvo estelar que está destinado a volverse polvo a la hora de morir.

    Sí soy venezolanda, feliz Navidad a una escritora de la hermana república.

    Besos de neón, y gracias por seguir mi blog.

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