Llueve. Las nubes lloran por la ausencia que oscurece y enfría ese rincón de mi corazón. Tengo en mi armario un cajón lleno de curiosidades, pero la llave la perdí en el asiento del tren. Allí dentro, en el cajón de madera barnizada, he guardado los recuerdos para asomarme a contemplarlos cuando me de la gana. He guardado también algunos sueños, esos que mantuve junto a mi pecho hasta que encontré el cajón. En él guardo también las cartas que le escribí a las estrellas, y que cuya dirección no supe escribir. Las guardo junto a las fotos que nos hicimos juntos, cuando tus ojos eran ese espejo encantado que halagaba cada escueto movimiento de mi rostro, y tus labios dibujaban sonrisas ilusas sin razón. He dejado un espacio para guardar también cada suspiro que me arrebató tu incauta mirada y las palabras irrealistas que susurraste junto a mi oído. Dentro del cajón he guardado el sabor innato de tus besos, el rubor de mis mejillas y las lunas que bajaste para decorar el destello cándido de mis pupilas. Guardé también el delirio de una utopía amorosa, esa que alguna vez diseñamos bajo las nubes de algodón. Guardé el sol y las gaviotas, guardé la risa, guardé tu nombre y tu apellido, guardé los atardeceres de vainilla, el tic-tac del tiempo acelerado, la premisa de una locura fantasiosa, el silbar del viento en mi ventana. Guardé los días y también las noches, guardé el globo de helio que infló mi pecho elevándome de la fuerza gravitacional que me hala a la tierra, como una esclava de la realidad perniciosa y agridulce, ese globo que tu voz fabricó elevando mis anhelos y añoranzas. Y ahora que quiero guardar también mi insustancial corazón, recuerdo de repente que he perdido la llave en el asiento del tren.
Y sigue lloviendo, embadurnando el cielo acuarelado de invisibles cristales sibilantes, acompañando esta tarde grisácea de Octubre mientras observo, sin culpas, el pequeño cajón de mi armario.
Y sigue lloviendo, embadurnando el cielo acuarelado de invisibles cristales sibilantes, acompañando esta tarde grisácea de Octubre mientras observo, sin culpas, el pequeño cajón de mi armario.
Ilustración Original. Prohibido copiar.
Nunca he visto una nube llorar...
ResponderEliminareso me daría mucha penilla :(
Un gran texto.
Un chibittiikin :*
Estoy con Julie, las nubes que lloran no suelen ser las más bonitas :(
ResponderEliminarQue las nubes no lloren, y que ella encuentre la llave que ha perdido para desempolvar eso que ha guardado.
ResponderEliminarMe gusta tu blog, bonita :)
Te quiero un montón!
me encanta ^^
ResponderEliminarMe ha parecido que este cajón tuyo tiene cierta similitud con el cajón en el que habito yo:
ResponderEliminarhttp://elsilabariodeilse.blogspot.com/2009/10/solitario-todavia-en-la-inmensidad-del_23.html
y también
http://elsilabariodeilse.blogspot.com/2009/09/lacherliche-luftblase.html
es como esa cancion de Vetusta Morla
ResponderEliminar"he dejado en un mismo cajon mis historias, tus fotos y un plan..."
Val!!!
ResponderEliminarQue hermoso este relato!!
En realidad, todos son muy lindos y originales. Aunq tengo mis favoritos :)
Un beso gigante!
Luli.