viernes, 22 de enero de 2010

Nolens volens

- Huye, mi querida Aria-. Murmuró Duncan en una especie de ronroneo-. Huye lo más lejos que puedas. Corre hasta que el cansancio te arrebate la cordura. Hasta que el sol no sea más que un punto irreconocible entre las demás estrellas-. Aria sintió que un calor que ascendía desde el mismo infierno se trepaba cauteloso por sus piernas, introduciéndose lentamente en su conciencia, hasta estallar en llamas a la altura de su pecho y crepitar destructivamente consumiendo lentamente su corazón, y un aliento doloroso escapó de sus labios-. Huye hasta que no quede rincón alguno para correr. Y entonces recuerda que tengo tu alma aquí entre mis manos, los hilos de tu cuerpo están atados a mis dedos, cada aliento de tu vida me pertenece desde siempre.
- Puto demonio desgraciado…
- ¡Eh, guapa! Cuida esa lengua.

Duncan atrapó su rostro a pesar de sus forcejeos y, sosteniéndolo con una mano, la obligó a mirar esos ojos enardecidos que penetraban en su cuerpo hasta incinerar cada resquicio de su razón.

- Déjame explicarte la situación-. Susurró sin apartar las pupilas rojizas de su rostro-. Ahora mismo, tú no eres más que una insignificante mariposa atrapada con un alfiler a mi libro de condenas.

2 comentarios:

  1. Buff... ¿?cómo escribes tan bien?
    Corre hasta que el cansancio te arrebate la cordura. Hasta que el sol no sea más que un punto irreconocible entre las demás estrellas.
    Esto me ha enamorado *__*
    ¡Un besazo!

    ResponderEliminar
  2. A mí también me gusta la frase de arriba. Y todo el blog, en general.
    Te sigo, porque me encanta lo que haces!

    ResponderEliminar

Escríbeme lo que te plazca ;)