domingo, 30 de enero de 2011

Smooth Criminal

Oh, Annie, mi querida Annie. Lucía un vestido rojo tan provocativo la última noche que nos vimos. Nuestro encuentro fue furtivo y fugaz, como todos los anteriores, bajo la luz tenue de su apartamento.
Dicen que hay que ser un monstruo para asesinar a una chica bonita. Yo opino que hace falta un amante herido y un par de botellas de vodka para llevar a cabo semejante crimen.
No, excusadme, no pretendo cuestionar vuestro criterio. El peso de su muerte agota mi energía a cada instante. Me he prometido a mí mismo hallar al asesino y arrancarle el corazón con mis propias manos, tal y como él lo hizo con el suyo. ¿Que si conozco a algún sospechoso? No, lamentablemente no se me ocurre ningún nombre ahora mismo. ¿Que yo mismo lo parezco? Vale, tal vez mi atuendo no es precisamente presentable esta noche. Comprenderéis que mi agonía ha sido mayor que mi deseo por mantenerme elegante.
De acuerdo, volvamos al tema de Annie. Seguramente ya sabréis que el asesino se coló por la ventana. Sí, la que daba al comedor. ¿Que necesitáis una información más concreta? Os diré que Annie corrió a través del recibidor y se ocultó bajo la mesa. El asesino inclinó la cabeza para apreciar el escote de su vestido y ella aprovechó el descuido para correr a toda prisa hacia la habitación principal.
No me mire con esos ojos, oficial, usted y yo sabemos que mi Annie tenía los pechos más hermosos de todo Manhatan. Volviendo al tema, el asesino la alcanzó justo antes de que ella pudiese cerrar la puerta, lo que quiere decir que Annie se vió acorralada de repente. Esta noche, antes de acudir a su llamado, estuve dando un vistazo al apartamento. La alfombra conserva algunas manchas de sangre que comprueban mi teoría de que el asesino portaba un arma cortopunzante. Es posible que le haya herido antes de llegar a la habitación y la chica se hubiese arrastrado por el suelo, lo que le dio al asesino la oportunidad de alcanzarla justo antes de que llegara a la ventana.
El asesino la tomó por el cuello y la levantó, acercando sus labios hasta escuchar el tamboreo de su corazón aterrado. Sus ojos, fríos e intimidantes, recorrieron los senderos de su vestido rasgado antes de levantar el arma a la altura de su pecho.
Annie gritó. Annie rogó. Annie lloró. Annie gritó de nuevo.
El asesino le dedicó una última sonrisa antes de besarla en los labios para, finalmente, atravesarle el corazón
¿Que ahora veis porqué me mandaron llamar? Sí, estáis en lo cierto, soy el detective más talentoso de todo Nueva York. Bueno, yo no me llamará genio, eso sería egocentrismo puro.
¿Que cómo he hecho para averiguar todo esto? Como vosotros lo habéis dicho, soy un excelente detective. Pero hay una última cosa que no os he dicho aún...
Permitidme revelaros un secreto antes de tirar de este gatillo: Yo maté a mi querida Annie.

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